jueves, 11 de abril de 2013

Un viaje de novios, Emilia Pardo Bazán



En lo que a la obra de Emilia Pardo Bazán respecta pueden hacerse infinitas anotaciones puesto que su labor narrativa a pesar de la breve diacronía que separa a una de otra enfoca sus líneas en aspectos completamente distintos, ora idilios románticos de adolescencia (La madre naturaleza) ora retratos costumbristas femeninos mezclados con datos autobiográficos (Un viaje de novios)  ya historias cuyo origen recae en las costumbres religiosas (Historias de navidad y de reyes). A pesar de tener como adjetivo la multifaceticidad el trasfondo de Pardo Bazán suele vestirse con una carga clasista  alto notoria que aunada a la concepción que tiene de la mujer fungen como motor principal de estas líneas.
 Si bien, Emilia Pardo Bazán juega un papel decisivo en la gestación de la conciencia femenina, la autora de estas líneas encuentra a modo de sobresalto un rasgo inquietante y si cabe un poco contradictorio entre la relación del feminismo declarado por la Condesa Bazán y su creación narrativa de fin de siglo. Es por lo anteriormente expuesto que el objetivo de este texto es dar a conocer la posible contradicción en la que cae doña Emilia al escribir Un viaje de novios,  tomando como basamento las propias declaraciones de la Bazán en La mujer española y otros escritos.

Dentro de la narrativa de la Condesa Bazán  Un viaje de novios  representa una gama policromática que ante todo hace  manifiesta la que podría pasar como inadvertida “actitud desdeñosa” ante las mujeres, situándonos dentro del mundo de la literatura tan abierto a las posibilidades de producción  ¿qué tiene esto de especial?  Que esa actitud desdeñosa ante la mujer Pardo Bazán no amalgama lo que en su ensayo La mujer española y otros escritos pone como principal premisa: la emancipación ideológica de la mujer.
Independientemente del contexto reflejado en la producción de Pardo Bazán como sujeto Alfa [1] y de las posibles recepciones que dicho texto sugiera en cada Sujeto Omega[2] la disponibilidad estructural y del lenguaje que la novela tiene como herramienta revela per se la carga ideológica de la que dispuso su autora para su construcción.
Milagros Ezquerro en sus estudios y análisis literarios, al igual que sugiere conceptos como Sujetos alfa y omega, semiotopo e idiotopo sugiere una congruencia del texto en su forma y contenido, es decir, más allá del discurso a nivel semántico la revisión del texto en su sintaxis y en las grafías pueden dilucidar incluso toda la ideología de la que se ha cargado la narración, de este modo en lo que atañe a Un viaje de novios podemos decir que:
a)      Dada la época en la que fue escrita la novela (1881) así como la tendencia ideológica de su autora podemos notar en la estructura de este texto de costumbres  la tradicional forma de narrar, la historia comienza a narrarse desde el momento de la boda para después hacer una regresión que permite saber los antecedentes de ese suceso y con ello finalmente situarnos en el presente de los personajes. Si bien, esta estructura narrativa pudiera ser sugerente, para un texto de esa época no era nada nuevo, ya Flaubert y el mismo Dostoievski habían planteado formas similares de abordar sus narraciones. Y dentro del tradicional estilo la Condesa se vale de las numeraciones de sus capítulos para indicar la temporalidad a la que se hace referencia en este apartado. Ligada a la numeración de cada uno de los 14 capítulos se encuentra modo imposición, el peso de la  voz del narrador que con cada uno de sus previos a la historia hace que sus juicios queden por encima de lo que sucede dentro de ésta sugiriendo la finalidad literaria de adoctrinar al receptor o Sujeto Omega.  Y leemos:

                    -I-
                   
Que la boda no era de gentes del gran mundo, conocíase a tiro de ballesta, a  la primer ojeada. No hay duda que los desposados podían alternar con la más selecta sociedad, al menos por su aspecto exterior; pero la mayoría del acompañamiento, el coro, pertenecía a la clase media, en el límite en que casi se funde con la masa popular. Había grupos curiosos y dignos de examen, ofreciendo el andén de la estación de León golpe de vista muy interesante para un pintor de género y costumbres. [3]


            -II-
Es de rigor saber de qué boca partió el soplo que encendió la antorcha de aquellas nupcias.
Mancebo, en los verdores de la edad, fuerte como un toro y laborioso como manso buey, salió de su patria el señor Joaquín, a quien entonces nombraban Joaquín a secas. Colocado en Madrid en la portería de un magnate que en León tiene solar, dedicose a corredor, agente de negocios y hombre de confianza de todos los honrados individuos de la maragatería.[4]

           -III-
Seguía corriendo el tren, y la desposada no lloraba ya. Apenas se advertían en su rostro huellas de llanto, ni sus párpados estaban enrojecidos. Así acontece con las lágrimas que vertemos por las primeras penillas de la vida: llanto sin amargura, rocío leve, que antes refresca que abrasa.[5]



En lo que atañe al continum de las descripciones realizadas por el narrador es susceptible a percepción lo que la hipótesis de este texto plantea, de tal suerte que podemos leer palabras y construcciones sintácticas como: hembras, individuos del sexo fuerte ,  para la mujer de clase inferior etc. Incluso en la descripción primera que se hace de Lucía se hace la sugerencia de la perfección que podría adquirir el aspecto de ésta de poseer un cuerpo similar al de un hombre:
[…] tal vez se requería un cuerpo más plano, líneas más duras en los brazos y cuello, para llevar con el conveniente desenfado el traje semi masculino, de paño marrón, y la toca de paja burda, en cuyo casco se posaba, abiertas las alas, sobre un nido de plumas, tornasolado colibrí.[6]


b)      La historia es narrada  de forma tradicional por un narrador extradiegético que conoce absolutamente todo de los personajes y no por ello evita hacer juicios propios sobre las actitudes de los mismos. La voz del narrador deja ver en sí el apego a la España natal de los personajes pues si bien, no se vale de algún dialecto complicado hace uso de formas que muestran la familiaridad con el entorno como lo manifiestan frases como que la boda no era de gentes del gran mundo  o en propia voz de los personajes:
     —No—exclamó Lucía posando en el viejo su clara mirada—: si no es que soy simple, es que no quiero entender; ¿lo oye usted? Porque si comienzo a cavilar en esas cosas, doy en no comer, en no jugar, en no dormir...Esta noche de fijo no pegaría ojo... y después dice el señor de Rada,
En latín, que enfermo del cuerpo y que vendré a enfermar del alma.... No quiero acordarme sino de mis juegos, y de mis lecciones; de eso no, padre, porque se me va adelgazando, adelgazando el magín, y me paso horas enteras con las manos cruzadas, sentada, hecha un poste.


c)      Diálogos: Los diálogos están marcados de manera tradicional, es decir, son diálogos de réplica en las que el guion funge como indicador de la voz y se refuerzan con indicadores como “dice, dijo, añadió” sin dejar de lado claro está la indicación misma de la narración. Cabe destacar la frecuencia en la que se utilizan los puntos suspensivos en cada emisión de los personajes, si bien podría entenderse que buscan la pausa o el misterio a sus actos verbales la continuidad de la aparición de los suspensivos podría sugerir la reflexión que el personaje hace de lo que habla en el momento:

       —Aquí—dijo apoyando el dedo sobre las patas de mosca—hay un error; se equivoca usted en contra suya. A la señora le pone usted los mismos días de estancia que a mí, y en realidad tiene dos más.
—Dos más... contestó el ama reflexionando.
—Sí, señora; ¿no llegó dos días antes?
—¡Ah! tiene el señor razón... pero es que Monsieur Artegui, los dejó pagados[7]

d)     Dentro del texto aparecen en cursivas las palabras extranjeras, las que ponen en tela de juicio algún concepto  o las palabras  que marcan cierta ironía en el desarrollo de la historia.
  —Señor, eso no me concierne... (ce n'est pas mon affaire)—exclamó la fondista, acudiendo, para mejor explicarse, a su idioma natal—. Yo recibo viajeros, ¿no es eso? Viene una dama con un caballero, ¿no es eso? Me paga la estancia de esa dama al marcharse, y yo no le pregunto si tiene o no derecho para pagar, ¿no es eso? Él paga, y basta (voilátout).

Aunque también ha de resaltarse que el hecho de que el viaje sea a Vichy implica la aparición de estas voces extranjeras, una marca más de la pretensión bajo la que vivía la sociedad alta o clase media alta en la época y que la autora no quiere dejar pasar sin hacer mención de ello.

II.-  Rezadora, dócil e ignorante

Bien podría decirse, con la intención de refutar estas nacientes líneas, que la actitud de las mujeres dibujadas en la narrativa de la condesa Bazán no hacen sino obedecer a un  calco expositor de la realidad femenina de la época: mujeres dóciles educadas para el matrimonio, para la obediencia al impuesto marido y consagradas desde su nacimiento a la voluntad ajena, ya sea a la de sus padres, a la de sus maridos a la del dios mismo. Empero ¿qué caso tienen entonces las palabras de iniciativa emitidas por la Bazán en La mujer española y otros escritos si no son congruentes en el acto?
                 […] son muchas y muy fuertes las inercias que dificultan el cambio de situación                         
                   de la mujer en la sociedad española; los cambios no vendrán propiciados por las
                   sugerencias de los intelectuales ni por la aparición espontánea de nuevas
                   costumbres sino que es la propia mujer la que debe tomar la iniciativa y ponerse
                   a la tarea […] .[8]
                
¿Tal tarea no recae acaso en ella como  mujer dotada de facilidades para hacerse oír por otras?  No vendrán propiciados por las sugerencias de los intelectuales ¿de dónde encontrará entonces la mujer ordinaria un referente que le permita reflexionar sobre su condición? ¿De qué sirve entonces publicar novelas que lo único que hacen es calcar sin más gracia la situación de las mujeres en la sociedad? ¿Es una sátira, una crítica? En dado caso ¿y las propuestas de alternativas?
En Cuentos de Marineda ,otro de los textos narrativos de la autora, existen dos historias de gran peso que nos muestran cómo es que la Pardo Bazán castiga a sus mujeres, las reproduce de acuerdo a lo que son en esa época, es un hecho, pero ¿por qué condenarlas a un final repleto de fatalidad si es esto opuesto a la ideología liberadora de la autora? ¿Por qué no explotar el potencial de la mujer como ser pensante e inteligente si lo que más critica la condesa es no realizar estas apreciaciones? Así, vemos en Las tapias del campo santo, a dos hermanas relegadas en el olvido total, arrinconadas en la prisión del día a día que se esbozaba entre un padre que las tenía de servidumbre  y las letras románticas que las expone a los ojos de los lectores como la mujer dócil, rezadora e ignorante. Clara, la heroína de este texto se ve reducida al ridículo por el realismo cuando ésta intenta emanciparse de su ambiente hostil y cae ante la ilusión del amor de un soldado. Fracasada su empresa de escapatoria, la servil Clara queda triste y desolada en el rincón que el sino le determinó desde sus primeros días ¡oh fatalidad! :
                     
                         […] como el soldado no acertase a responder y pasase por allí un sargento,
                         Fue éste quien sacó de dudas a la enamorada: “Ese señorito hace más de
                         ocho días que largó de Marineda, siempre quiso ir destinado a Sevilla, y
                         tanto trabajó, que lo consiguió por fin” […] Clara no articuló palabra alguna
                         dio media vuelta y rodeó el cuartel en dirección opuesta a su casa[…]. [9]
                        
Permeada aún por el romanticismo la Pardo Bazán no puede evitar hacer tantas menciones de los temas recurrentes en aquella literatura, basta con el título de este cuento Las tapias del campo santo mismas que le daban temor y un toque de conflicto existencial a la joven Clara, quien después de aspirar a una vida mejor que la que el sino le impuso termina por recibir a modo de reprimenda mofas por su ingenuidad “Ahí tienes tú lo que es el amor, chiquilla…”. Una vez más quien esto escribe lo entiende: es la realidad de la mujer de la época pero, ¿por qué no sugerir que la joven Clara pusiera sus esperanzas de una mejor vida en algo más sólido e incentivara a través de ello la mejoría de su existencia?
                        Si este fuera sitio para dar consejos, yo no me cansaría nunca de repetir a la
                       mujer que en ella misma residen la virtud y la fuerza redentora […] La mujer
                       se cree débil, se cree desarmada porque todavía está bajo el influjo de la idea
                       de su inferioridad […] la mujer debe despreciar las injurias estólidas,
                       despreciar las chanzas y burlas insípidas… [10]

Con lo anteriormente dicho ¿se ha de comprender entonces que la misma Pardo Bazán no es incitadora a esas chanzas y burlas insípidas? Del mismo modo la condesa Bazán hace hincapié en que la mujer está influenciada por la idea de su propia inferioridad, quien esto escribe se atreve a decir que alguna lectora que tome en sus manos los cuentos de Marineda podría forjarse de inmediato consciente o inconscientemente esa idea de la mujer patética expuesta por doña Emilia y, casi a modo de sentencia, construir mentalmente la imagen de no buscar otro destino mas que el ya predeterminado, estacionándose así en el conformismo que  ha de regir su vida.

II.- Un viaje de novios: la mujer clasemediera, el amor, la amistad y la moda
                   
La condesa Pardo Bazán  declara la opinión que le merecen la mujer de la clase media, el amor y la amistad entre dos seres de sexos distintos y por qué no, la moda; todo esto en su ya mencionado La mujer española y otros escritos. Empero, se encuentra una vez más que sus declaraciones parecen contradecirse a la hora de construir sus textos narrativos, en lo que a este caso amerita, la novela corta Un viaje de novios  publicada en 1881, da fe de lo ya dicho y observado por quien este texto construye.
Lucía, joven, dócil, rezadora y poco instruida hija de don Joaquín González contrae nupcias con don Aurelio Miranda, hombre que le dobla la edad y cuyo único objetivo es vivir de los bienes de la familia González pues, no siente la más mínima atracción por Lucía. Después de casarlos (Lucía sólo se casa para no desairar a su padre) don Joaquín les brinda los medios necesarios para realizar el viaje de novios propuesto por Miranda que no tiene otro fin mas que alejarse de las habladurías que de la boda surgirán, pues éste es un señor de mundo cuya fortuna se ha desgraciado y cuya reputación no quiere manchar cuando todos sepan que se ha casado con la hija de un adinerado vendedor de ultramarinos.
Emprenden el viaje en tren a  Vichy en Francia, pero un accidente ( acto de torpeza) hace que Miranda se quede en una parada del tren y su reciente esposa siga el viaje dormida en el tren para al despertar, llena de pánico y sin recursos económicos, hacerse amiga de un pasajero con el que comparte camarote. Así el viaje hasta Bayona es subsidiado y compartido con Ignacio Artegui, hombre adinerado y físicamente hermoso aunque taciturno y gris. Al llegar a Bayona Artegui deja dinero a Lucía para sobrevivir hasta que su marido la alcance pero ella, llorando le pide que la acompañe hasta que tal cosa suceda. Artegui acepta y después de varios días los dos se encuentran ya flechados sentimentalmente. Miranda llega por fin y los caminos de Lucía y Artegui se separan, él va a París y ella sigue su destino a Vichy donde ha de conocer a una pareja de hermanos con los que el matrimonio comparte chalet y paseos durante su estancia en las aguas medicinales de Vichy.
Durante esta estancia un sinfín de calamidades asedian a Lucía, la enfermedad de su amiga, la búsqueda epistolar de Artegui y la reprimenda que el marido hace de esta actitud pues, al señalar que sólo le tiene gratitud por lo que hizo por ella, Miranda no para de injuriar y golpear a Lucía. Finalmente Lucía se encuentra con Artegui, éste le declara su amor pero ella renuncia a él por el temor a dios y a su marido, quien después de propinarle una golpiza la lleva de regreso a León, a casa de su padre y la abandona a su suerte.
                 
Una vez más es notable la condición de la mujer que Bazán esboza en esta novela: la niña cándida, rezadora y que soporta lo impuesto por los hombres:
                                      --Está visto—pensó el señor Joaquín para su capote--: hierve la olla
                                      a esta chica hay que casarla. Y en voz alta: pues siendo así niña,
                                      creo que no debes hacer un desaire al señor Miranda. Es todo un
                                      señor y en política ¡vamos, es mucho olfato el suyo![11]                     

Independientemente de las características de la protagonista de la historia al hilar la novela con el tratado feminista de Pardo Bazán ha de hacerse hincapié en lo siguiente:
                                      […] porque los defectos de la mujer española, dado su estado social
                                      en gran parte deben achacarse a los hombres, que es, por decirlo así,
                                       quien modela y esculpe el alma femenina.[12]

Es incomprensible que la misma condesa Bazán anule la capacidad y fuerza que según su teoría feminista tiene la mujer para construirse a sí misma, responsabilizando al sexo masculino de algo que según doña Emilia compete a la mujer: Si este fuera sitio para dar consejos, yo no me cansaría nunca de repetir a la mujer que en ella misma residen la virtud y la fuerza redentora.
En páginas ulteriores afirma la Bazán que contrario a lo que expone Urbano González Serrano en sus Estudios Psicológicos la mujer sí es capaz de establecer una relación amistosa con el hombre sin que dicha amistad se desvirtúe en una relación que implique amoríos y tales cosas, ¿qué pasa en el caso de Lucía y Artegui? ¿Acaso éstos no rompen la barrera amistosa y se desvían al enamoramiento?
                                              --Tú fuiste la ilusión…Sí, por ti hizo otra vez presa en mi alma
                                              la naturaleza inexorable y tenaz, fui vencido […] dijo esto con
                                              ímpetu más violento que amoroso, y echó sus brazos al cuello
                                              de Lucía y arrimola a sí con fuerza sobrehumana.[13]

En lo que a la moda respecta en la novela, cuando el matrimonio se encuentra en Vichy, Lucía es testigo de las vestiduras que las mujeres de la alta sociedad portan, sombreros, vestidos arrastrando la cola en el barro y un sinfín de accesorios por demás extraños y claro está ridículamente costosos, lo cual, una vez más se opone a lo estipulado en La mujer española:
                                   No soy enemiga de que la moda impere, sin embargo, ciertas modas
                                   y ciertos estilos van contra lo poco que ha progresado la mujer[..] y
                                   así la esclavitud femenina está apuntalada también por la moda.[14]

¿Descripción de la realidad otra vez? ¿Sátira de la sociedad naciente del siglo XX?  Quien esto escribe insiste, si de algún modo la Bazán dentro de su pronunciación feminista hace tanto hincapié en las teorías sobre autonomía, integridad y demás conceptos ideales (¡qué cosa más romántica, vivir por y para este ideal feminista!) en su visión de la mujer ¿por qué no ser ella una vía de orientación intelecto-espiritual para las mujeres de su época? ¿Basta con criticar la realidad social que se vive sin aventurarse a una posible solución sobre el mal que la aqueja?
Con riesgo a parecer ridícula la postura de estas líneas me aventuro a concluir lo siguiente: Emilia Pardo Bazán era harto consciente de su realidad social, de su realidad como mujer pero no fue consciente jamás, por muchos escritos que publicase al respecto, de las realidades de otras mujeres que lejos de ver un poco de sátira en la narrativa de la condesa, poco alcanzaban a comprender de la misma puesto que sólo percibían en su corte literal el contenido del texto muy probablemente sin ir más allá del entretenimiento y el ejemplo que las heroínas de sus escritos mostraban. En el caso de Un viaje de novios ¿qué ejemplo alentador puede dar el hecho de buscar lo que se quiere? Lucía terminó golpeada y abandonada como objeto por su marido dada la actitud libre de su joven esposa. ¿Será que la literatura de la Bazán cumple con características adoctrinantes pero da manera errónea?
La autora de estas líneas considera que si tanto era el ímpetu de la Bazán en quitar el velo de los ojos ante la represión y opresión femenina ésta debió manejar de forma más inteligente el contenido de sus textos para que más allá de entretenimiento y crítica social fungieran como guía de aquellas no tan dotadas de visión y cultura del mundo.




[1] Milagros ezquerro en su texto tal propone tal
[2]
[3] Un viaje de novios pagina 1
[4] Un viaje de novios pagina tal
[5] idem
[6] Un viaje de novios pagina 2
[7] Pág 68
[8]  Pardo Bazán, Emilia La mujer española y otros escritos. 1999. Cátedra. Madrid. Pág. 56
[9] Pardo Bazán, Emilia. Obras completas Tomo I pág. 1276
[10] Pardo Bazán, Emilia.  La mujer española y otros escritos. 1999. Cátedra. Madrid. Pág. 173
[11]Pardo Bazán, Emilia. Un viaje de novios. 1919. Pueyo. Madrid. Pág. 19
[12] Pardo Bazán, Emilia. La mujer española y otros escritos. 1999. Cátedra. Madrid. Pág. 84
[13]Pardo Bazán, Emilia.  Un viaje de novios. 1919. Pueyo. Madrid. Pág.123
[14]Pardo Bazán, Emilia.  La mujer española y otros escritos. 1999. Cátedra. Madrid. Pág. 292

1 comentario:

  1. Recomiendo eliminar las frases tipo: "quien esto escribe" "a riesgo de parecer ridícula"; no son del tipo para ensayo académico.

    Creo que ahí va, tienes las lecturas y el análisis, sobre todo de "Un viaje de novios". Te falta alejarte del núcleo del sujeto Alfa y llegar, en realidad, al sujeto Alfa. Más que ver a Bazán como alguien incongruente o ignorante del resultado final de sus escritos (algunos interpretados como feministas avant la lettre, y otros como textos posiblemente satíricos), crea al Sujeto Alfa Bazán, es decir, interpreta a Bazán como alguien que, en la complejidad y variedad de sus escirtos, fue una cosa y la otra, generó un público vanguardista y otro de élite cultural, cada uno desde un género literario distinto (con todo lo que esto implica en relación al mismo género literario, el público que consume cada género, etc). Luego profundiza cómo fue esto posible en ejemplos específicos de sus textos y aporta una conclusión al fenómeno Bazán más que a la persona Bazán.

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