En
lo que a la obra de Emilia Pardo Bazán respecta pueden hacerse infinitas
anotaciones puesto que su labor narrativa a pesar de la breve diacronía que
separa a una de otra enfoca sus líneas en aspectos completamente distintos, ora
idilios románticos de adolescencia (La
madre naturaleza) ora retratos costumbristas femeninos mezclados con datos
autobiográficos (Un viaje de novios) ya historias cuyo origen recae en las
costumbres religiosas (Historias de
navidad y de reyes). A pesar de tener como adjetivo la multifaceticidad el
trasfondo de Pardo Bazán suele vestirse con una carga clasista alto notoria que aunada a la concepción que
tiene de la mujer fungen como motor principal de estas líneas.
Si
bien, Emilia Pardo Bazán juega un papel decisivo en la gestación de la
conciencia femenina, la autora de estas líneas encuentra a modo de sobresalto
un rasgo inquietante y si cabe un poco contradictorio entre la relación del
feminismo declarado por la Condesa Bazán y su creación narrativa de fin de
siglo. Es por lo anteriormente expuesto que el objetivo de
este texto es dar a conocer la posible contradicción en la que cae doña Emilia
al escribir Un viaje de novios, tomando como basamento las
propias declaraciones de la Bazán en La mujer española y otros escritos.
Dentro
de la narrativa de la Condesa Bazán Un viaje de novios representa una gama policromática que ante
todo hace manifiesta la que podría pasar
como inadvertida “actitud desdeñosa” ante las mujeres, situándonos dentro del
mundo de la literatura tan abierto a las posibilidades de producción ¿qué tiene esto de especial? Que esa actitud desdeñosa ante la mujer Pardo
Bazán no amalgama lo que en su ensayo La
mujer española y otros escritos pone como principal premisa: la
emancipación ideológica de la mujer.
Independientemente
del contexto reflejado en la producción de Pardo Bazán como sujeto Alfa y
de las posibles recepciones que dicho texto sugiera en cada Sujeto Omega la
disponibilidad estructural y del lenguaje que la novela tiene como herramienta revela
per se la carga ideológica de la que
dispuso su autora para su construcción.
Milagros
Ezquerro en sus estudios y análisis literarios, al igual que sugiere conceptos
como Sujetos alfa y omega, semiotopo e
idiotopo sugiere una congruencia del texto en su forma y contenido, es
decir, más allá del discurso a nivel semántico la revisión del texto en su
sintaxis y en las grafías pueden dilucidar incluso toda la ideología de la que
se ha cargado la narración, de este modo en lo que atañe a Un viaje de novios podemos decir que:
a) Dada
la época en la que fue escrita la novela (1881) así como la tendencia
ideológica de su autora podemos notar en la estructura de este texto de costumbres la tradicional forma de narrar, la historia
comienza a narrarse desde el momento de la boda para después hacer una
regresión que permite saber los antecedentes de ese suceso y con ello
finalmente situarnos en el presente de los personajes. Si bien, esta estructura
narrativa pudiera ser sugerente, para un texto de esa época no era nada nuevo,
ya Flaubert y el mismo Dostoievski habían planteado formas similares de abordar
sus narraciones. Y dentro del tradicional estilo la Condesa se vale de las
numeraciones de sus capítulos para indicar la temporalidad a la que se hace
referencia en este apartado. Ligada a la numeración de cada uno de los 14
capítulos se encuentra modo imposición, el peso de la voz del narrador que con cada uno de sus
previos a la historia hace que sus juicios queden por encima de lo que sucede
dentro de ésta sugiriendo la finalidad literaria de adoctrinar al receptor o
Sujeto Omega. Y leemos:
-I-
Que la boda no era de gentes del gran
mundo, conocíase a tiro de ballesta, a
la primer ojeada. No hay duda que los desposados podían alternar con la
más selecta sociedad, al menos por su aspecto exterior; pero la mayoría del
acompañamiento, el coro, pertenecía a la clase media, en el límite en que casi
se funde con la masa popular. Había grupos curiosos y dignos de examen,
ofreciendo el andén de la estación de León golpe de vista muy interesante para
un pintor de género y costumbres.
-II-
Es de rigor saber de qué boca partió el
soplo que encendió la antorcha de aquellas nupcias.
Mancebo, en los verdores de la edad,
fuerte como un toro y laborioso como manso buey, salió de su patria el señor
Joaquín, a quien entonces nombraban Joaquín a secas. Colocado en Madrid en la
portería de un magnate que en León tiene solar, dedicose a corredor, agente de
negocios y hombre de confianza de todos los honrados individuos de la
maragatería.
-III-
Seguía corriendo el tren, y la desposada
no lloraba ya. Apenas se advertían en su rostro huellas de llanto, ni sus
párpados estaban enrojecidos. Así acontece con las lágrimas que vertemos por
las primeras penillas de la vida: llanto sin amargura, rocío leve, que antes
refresca que abrasa.
En lo que atañe al continum de las
descripciones realizadas por el narrador es susceptible a percepción lo que la
hipótesis de este texto plantea, de tal suerte que podemos leer palabras y
construcciones sintácticas como: hembras,
individuos del sexo fuerte , para la mujer de clase inferior etc.
Incluso en la descripción primera que se hace de Lucía se hace la sugerencia de
la perfección que podría adquirir el aspecto de ésta de poseer un cuerpo
similar al de un hombre:
[…] tal vez se requería un cuerpo más
plano, líneas más duras en los brazos y cuello, para llevar con el conveniente
desenfado el traje semi masculino, de paño marrón, y la toca de paja burda, en cuyo
casco se posaba, abiertas las alas, sobre un nido de plumas, tornasolado
colibrí.
b) La
historia es narrada de forma tradicional
por un narrador extradiegético que conoce absolutamente todo de los personajes
y no por ello evita hacer juicios propios sobre las actitudes de los mismos. La
voz del narrador deja ver en sí el apego a la España natal de los personajes
pues si bien, no se vale de algún dialecto complicado hace uso de formas que
muestran la familiaridad con el entorno como lo manifiestan frases como que la boda no era de gentes del gran mundo o en propia voz de los personajes:
—No—exclamó Lucía posando en el viejo su clara mirada—: si no es que soy
simple, es que no quiero entender; ¿lo oye usted? Porque si comienzo a cavilar
en esas cosas, doy en no comer, en no jugar, en no dormir...Esta noche de fijo
no pegaría ojo... y después dice el señor de Rada,
En latín, que enfermo del cuerpo y que
vendré a enfermar del alma.... No quiero acordarme sino de mis juegos, y de mis
lecciones; de eso no, padre, porque se me va adelgazando, adelgazando el magín,
y me paso horas enteras con las manos cruzadas, sentada, hecha un poste.
c) Diálogos:
Los diálogos están marcados de manera tradicional, es decir, son diálogos de
réplica en las que el guion funge como indicador de la voz y se refuerzan con
indicadores como “dice, dijo, añadió” sin dejar de lado claro está la
indicación misma de la narración. Cabe destacar la frecuencia en la que se
utilizan los puntos suspensivos en cada emisión de los personajes, si bien
podría entenderse que buscan la pausa o el misterio a sus actos verbales la continuidad
de la aparición de los suspensivos podría sugerir la reflexión que el personaje
hace de lo que habla en el momento:
—Aquí—dijo apoyando el dedo sobre las
patas de mosca—hay un error; se equivoca usted en contra suya. A la señora le
pone usted los mismos días de estancia que a mí, y en realidad tiene dos más.
—Dos
más... contestó el ama reflexionando.
—Sí,
señora; ¿no llegó dos días antes?
—¡Ah! tiene el señor razón... pero es
que Monsieur Artegui, los dejó pagados
d) Dentro
del texto aparecen en cursivas las palabras extranjeras, las que ponen en tela
de juicio algún concepto o las
palabras que marcan cierta ironía en el
desarrollo de la historia.
—Señor, eso no me concierne... (ce n'est pas mon affaire)—exclamó
la fondista, acudiendo, para mejor explicarse, a su idioma natal—. Yo recibo
viajeros, ¿no es eso? Viene una dama con un caballero, ¿no es eso? Me paga la
estancia de esa dama al marcharse, y yo no le pregunto si tiene o no derecho
para pagar, ¿no es eso? Él paga, y basta (voilátout).
Aunque
también ha de resaltarse que el hecho de que el viaje sea a Vichy implica la
aparición de estas voces extranjeras, una marca más de la pretensión bajo la
que vivía la sociedad alta o clase media alta en la época y que la autora no
quiere dejar pasar sin hacer mención de ello.
II.- Rezadora, dócil e ignorante
Bien
podría decirse, con la intención de refutar estas nacientes líneas, que la
actitud de las mujeres dibujadas en la narrativa de la condesa Bazán no hacen
sino obedecer a un calco expositor de la
realidad femenina de la época: mujeres dóciles educadas para el matrimonio,
para la obediencia al impuesto marido y consagradas desde su nacimiento a la
voluntad ajena, ya sea a la de sus padres, a la de sus maridos a la del dios
mismo. Empero ¿qué caso tienen entonces las palabras de iniciativa emitidas por
la Bazán en La mujer española y otros
escritos si no son congruentes en el acto?
[…] son muchas y muy fuertes
las inercias que dificultan el cambio de situación
de la mujer en la sociedad
española; los cambios no vendrán propiciados por las
sugerencias de los
intelectuales ni por la aparición espontánea de nuevas
costumbres sino que es la
propia mujer la que debe tomar la iniciativa y ponerse
¿Tal
tarea no recae acaso en ella como mujer
dotada de facilidades para hacerse oír por otras? No vendrán propiciados por las
sugerencias de los intelectuales ¿de dónde encontrará entonces la mujer ordinaria un referente que le permita
reflexionar sobre su condición? ¿De qué sirve entonces publicar novelas que lo
único que hacen es calcar sin más gracia la situación de las mujeres en la
sociedad? ¿Es una sátira, una crítica? En dado caso ¿y las propuestas de alternativas?
En
Cuentos de Marineda ,otro de los
textos narrativos de la autora, existen
dos historias de gran peso que nos muestran cómo es que la Pardo Bazán castiga
a sus mujeres, las reproduce de acuerdo a lo que son en esa época, es un hecho,
pero ¿por qué condenarlas a un final repleto de fatalidad si es esto opuesto a
la ideología liberadora de la autora? ¿Por qué no explotar el potencial de la
mujer como ser pensante e inteligente si lo que más critica la condesa es no
realizar estas apreciaciones? Así, vemos en Las
tapias del campo santo, a dos hermanas relegadas en el olvido total,
arrinconadas en la prisión del día a día que se esbozaba entre un padre que las
tenía de servidumbre y las letras
románticas que las expone a los ojos de los lectores como la mujer dócil,
rezadora e ignorante. Clara, la heroína de este texto se ve reducida al
ridículo por el realismo cuando ésta intenta emanciparse de su ambiente hostil
y cae ante la ilusión del amor de un soldado. Fracasada su empresa de
escapatoria, la servil Clara queda triste y desolada en el rincón que el sino le determinó desde sus primeros
días ¡oh fatalidad! :
[…] como el soldado no
acertase a responder y pasase por allí un sargento,
Fue éste quien sacó de dudas a la
enamorada: “Ese señorito hace más de
ocho días que largó de
Marineda, siempre quiso ir destinado a Sevilla, y
tanto trabajó, que lo
consiguió por fin” […] Clara no articuló palabra alguna
dio media vuelta y
rodeó el cuartel en dirección opuesta a su casa[…].
Permeada
aún por el romanticismo la Pardo Bazán no puede evitar hacer tantas menciones
de los temas recurrentes en aquella literatura, basta con el título de este
cuento Las tapias del campo santo
mismas que le daban temor y un toque de conflicto existencial a la joven Clara,
quien después de aspirar a una vida mejor que la que el sino le impuso termina
por recibir a modo de reprimenda mofas por su ingenuidad “Ahí tienes tú lo que es el amor, chiquilla…”. Una vez más quien
esto escribe lo entiende: es la realidad de la mujer de la época pero, ¿por qué
no sugerir que la joven Clara pusiera sus esperanzas de una mejor vida en algo
más sólido e incentivara a través de ello la mejoría de su existencia?
Si este fuera sitio
para dar consejos, yo no me cansaría nunca de repetir a la
mujer que en ella misma
residen la virtud y la fuerza redentora […] La mujer
se cree débil, se cree
desarmada porque todavía está bajo el influjo de la idea
de su inferioridad […]
la mujer debe despreciar las injurias estólidas,
despreciar las chanzas y burlas
insípidas…
Con
lo anteriormente dicho ¿se ha de comprender entonces que la misma Pardo Bazán
no es incitadora a esas chanzas y burlas insípidas? Del mismo modo la condesa
Bazán hace hincapié en que la mujer está influenciada por la idea de su propia
inferioridad, quien esto escribe se atreve a decir que alguna lectora que tome
en sus manos los cuentos de Marineda
podría forjarse de inmediato consciente o inconscientemente esa idea de la
mujer patética expuesta por doña Emilia y, casi a modo de sentencia, construir
mentalmente la imagen de no buscar otro destino mas que el ya predeterminado,
estacionándose así en el conformismo que
ha de regir su vida.
II.- Un viaje de
novios: la mujer clasemediera, el amor, la amistad y la moda
La
condesa Pardo Bazán declara la opinión
que le merecen la mujer de la clase media, el amor y la amistad entre dos seres
de sexos distintos y por qué no, la moda; todo esto en su ya mencionado La mujer española y otros escritos.
Empero, se encuentra una vez más que sus declaraciones parecen contradecirse a
la hora de construir sus textos narrativos, en lo que a este caso amerita, la
novela corta Un viaje de novios publicada en 1881, da fe de lo ya dicho y
observado por quien este texto construye.
Lucía,
joven, dócil, rezadora y poco instruida hija de don Joaquín González contrae
nupcias con don Aurelio Miranda, hombre que le dobla la edad y cuyo único
objetivo es vivir de los bienes de la familia González pues, no siente la más
mínima atracción por Lucía. Después de casarlos (Lucía sólo se casa para no
desairar a su padre) don Joaquín les brinda los medios necesarios para realizar
el viaje de novios propuesto por Miranda que no tiene otro fin mas que alejarse
de las habladurías que de la boda surgirán, pues éste es un señor de mundo cuya
fortuna se ha desgraciado y cuya reputación no quiere manchar cuando todos
sepan que se ha casado con la hija de un adinerado vendedor de ultramarinos.
Emprenden
el viaje en tren a Vichy en Francia,
pero un accidente ( acto de torpeza) hace que Miranda se quede en una parada
del tren y su reciente esposa siga el viaje dormida en el tren para al
despertar, llena de pánico y sin recursos económicos, hacerse amiga de un
pasajero con el que comparte camarote. Así el viaje hasta Bayona es subsidiado
y compartido con Ignacio Artegui, hombre adinerado y físicamente hermoso aunque
taciturno y gris. Al llegar a Bayona Artegui deja dinero a Lucía para
sobrevivir hasta que su marido la alcance pero ella, llorando le pide que la
acompañe hasta que tal cosa suceda. Artegui acepta y después de varios días los
dos se encuentran ya flechados sentimentalmente. Miranda llega por fin y los
caminos de Lucía y Artegui se separan, él va a París y ella sigue su destino a
Vichy donde ha de conocer a una pareja de hermanos con los que el matrimonio
comparte chalet y paseos durante su estancia en las aguas medicinales de Vichy.
Durante
esta estancia un sinfín de calamidades asedian a Lucía, la enfermedad de su
amiga, la búsqueda epistolar de Artegui y la reprimenda que el marido hace de
esta actitud pues, al señalar que sólo le tiene gratitud por lo que hizo por
ella, Miranda no para de injuriar y golpear a Lucía. Finalmente Lucía se
encuentra con Artegui, éste le declara su amor pero ella renuncia a él por el
temor a dios y a su marido, quien después de propinarle una golpiza la lleva de
regreso a León, a casa de su padre y la abandona a su suerte.
Una
vez más es notable la condición de la mujer que Bazán esboza en esta novela: la
niña cándida, rezadora y que soporta lo impuesto por los hombres:
--Está
visto—pensó el señor Joaquín para su capote--: hierve la olla
a esta
chica hay que casarla. Y en voz alta: pues siendo así niña,
creo que
no debes hacer un desaire al señor Miranda. Es todo un
señor y
en política ¡vamos, es mucho olfato el suyo!
Independientemente
de las características de la protagonista de la historia al hilar la novela con
el tratado feminista de Pardo Bazán ha de hacerse hincapié en lo siguiente:
[…]
porque los defectos de la mujer española, dado su estado social
en gran
parte deben achacarse a los hombres, que es, por decirlo así,
quien
modela y esculpe el alma femenina.
Es
incomprensible que la misma condesa Bazán anule la capacidad y fuerza que según
su teoría feminista tiene la mujer para construirse a sí misma,
responsabilizando al sexo masculino de algo que según doña Emilia compete a la
mujer: Si este fuera sitio para dar
consejos, yo no me cansaría nunca de repetir a la mujer que en ella misma
residen la virtud y la fuerza redentora.
En
páginas ulteriores afirma la Bazán que contrario a lo que expone Urbano
González Serrano en sus Estudios
Psicológicos la mujer sí es capaz de establecer una relación amistosa con
el hombre sin que dicha amistad se desvirtúe en una relación que implique
amoríos y tales cosas, ¿qué pasa en el caso de Lucía y Artegui? ¿Acaso éstos no
rompen la barrera amistosa y se desvían al enamoramiento?
--Tú fuiste la ilusión…Sí, por ti hizo otra vez presa en mi alma
la naturaleza inexorable y tenaz, fui vencido […] dijo esto con
ímpetu más violento que amoroso, y echó sus brazos al cuello
de Lucía y arrimola a sí con fuerza sobrehumana.
En
lo que a la moda respecta en la novela, cuando el matrimonio se encuentra en
Vichy, Lucía es testigo de las vestiduras que las mujeres de la alta sociedad
portan, sombreros, vestidos arrastrando la cola en el barro y un sinfín de
accesorios por demás extraños y claro está ridículamente costosos, lo cual, una
vez más se opone a lo estipulado en La
mujer española:
No soy
enemiga de que la moda impere, sin embargo, ciertas modas
y ciertos
estilos van contra lo poco que ha progresado la mujer[..] y
así la
esclavitud femenina está apuntalada también por la moda.
¿Descripción
de la realidad otra vez? ¿Sátira de la sociedad naciente del siglo XX? Quien esto escribe insiste, si de algún modo
la Bazán dentro de su pronunciación feminista hace tanto hincapié en las
teorías sobre autonomía, integridad y demás conceptos ideales (¡qué cosa más
romántica, vivir por y para este ideal feminista!) en su visión de la mujer
¿por qué no ser ella una vía de orientación intelecto-espiritual para las
mujeres de su época? ¿Basta con criticar la realidad social que se vive sin
aventurarse a una posible solución sobre el mal que la aqueja?
La
autora de estas líneas considera que si tanto era el ímpetu de la Bazán en
quitar el velo de los ojos ante la represión y opresión femenina ésta debió
manejar de forma más inteligente el contenido de sus textos para que más allá
de entretenimiento y crítica social fungieran como guía de aquellas no tan
dotadas de visión y cultura del mundo.